José Carlos López Hernández* / Colaborador Subterráneos
“Dardo mítico que es capaz de sanar las heridas que él mismo provoca”
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25 de enero 2023, Xalapa, Veracruz. Comparto con ustedes, lectores de la Revista Subterráneos, la presente columna donde reflexiono -inspirándome en Georg Simmel- sobre el dinero, pensándolo, como un artilugio histórico que, desde su invención, ha influenciado dinámicas sociales, políticas, económicas y culturales a través de su omnipresencia en diferentes ámbitos existenciales, al grado, de convertirse en un TÓTEM COTIDIANO que genera protección y seguridad, convirtiéndose así, en “[…] el dardo mítico que es capaz de sanar las heridas que él mismo provoca” (Simmel, 2010, p. 15).
Como muestra de lo anterior, doy a conocer una evidencia de los rostros del TÓTEM-DINERO como veneno y antídoto:
Hace más de 50 años, las calles de medio mundo se llenaban de protestas contra la guerra de Vietnam y el régimen del apartheid de Sudáfrica. Con ese telón de fondo surgieron las primeras iniciativas de finanzas éticas: fue cuando los manifestantes descubrieron que, mientras clamaban por la paz en las calles, su dinero en el banco estaba financiando la guerra. (Fernández-Díaz, 2022, párr. 4-5)
Siguiendo esa línea, sostendré que en un mundo social determinado por el sistema capitalista y modelado bajo el neoliberalismo, el dinero -como antídoto- se ha convertido en una pieza de inversión clave para que los gobiernos puedan garantizar necesidades de subsistencia como la salud y la alimentación o necesidades de protección como la seguridad social y la vivienda, pero también, a través del dinero -como veneno- se compran lealtades políticas que permiten a las grandes empresas trasnacionales privatizar y monopolizar los servicios que garantizan el acceso a dichas necesidades.
Veamos la siguiente evidencia pandémica:
Médicos del Mundo ha reclamado a la Oficina Europea de Patentes (OEP) que rechace la solicitud de patentes EP3901260 y EP3901261 tramitada por la empresa BioNTech. Hemos presentado dos observaciones de terceros ante este organismo europeo alegando falta de invención en ambas patentes, algo que incumple uno de los criterios de patentabilidad que la norma europea exige.
La ONG sanitaria denuncia que BioNTech básicamente ha implementado los conocimientos derivados de las vacunas ARNm y de la vacunación contra los coronavirus a un nuevo virus, el SARS-CoV-2. Un conocimiento adquirido gracias al trabajo de centenares de investigadores académicos. La comunidad científica internacional ya había dado respuesta a las principales preguntas que planteaba el nuevo virus, por esta razón pudieron desarrollar la vacuna en un tiempo muy limitado aplicando la tecnología ya existente.
Las vacunas han sido consideradas herramientas centrales en la lucha contra la COVID-19. Sin embargo, mientras los gobiernos declaraban que era un desafío a escala mundial y que las tecnologías debían ser bienes comunes, al mismo se concedían derechos de monopolio mediante patentes y otros derechos de propiedad intelectual. Las consecuencias no se han hecho esperar: unas pocas empresas controlan su producción y comercio, y un gran número de personas a nivel mundial no tiene acceso a ellas. (Médicos del Mundo, 2022, párr. 1-3)
En ese sentido, reflexionar sobre el dinero como un tótem que brinda protección, seguridad y subsistencia en ámbitos públicos y privados, me invita, a su vez, a imaginar sociológicamente dicha tríada en el marco de operaciones matemáticas que producen atmósferas de cálculo y frialdad que nos invitan a ser partícipes del reino del mercado y de los paraísos consumistas donde las mercancías convertidas en fetiches esconden felicidades efímeras y tristezas perpetuas.
Por ejemplo, Megan Lane (2011) afirma que:
El dinero es emocional. Las deudas causan preocupación. Las ganancias inesperadas son excitantes. Muchos se van de compras como una forma de terapia.
"Pregúntele a la gente cuáles emociones son más frecuentemente asociadas con el dinero y éste es el orden de la lista: ansiedad, depresión, ira, impotencia, alegría, emoción, envidia, resentimiento", dice el psicólogo británico Adrian Furnham.
Este especialista es coautor del nuevo proyecto de la BBC Big Money Test, que explora los vínculos entre el dinero y los comportamientos en el Reino Unido.
Según Furnham, incluso las personas financieramente astutas tienen malos hábitos relacionados con la plata.
Y enumera cinco arquetipos:
Avaros: los que tienen miedo a quedarse sin dinero y tienen problemas para disfrutar de los beneficios que éste les puede reportar.
Gastadores: los que desembolsan de una forma a menudo descontrolada, especialmente cuando se sienten mal de ánimo, y consiguen una mejoría a veces seguida de culpa.
Magnates: los que ven el dinero como un camino hacia el poder y la aprobación, y creen que la riqueza los hará felices.
Cazadores de gangas: los que se sienten superiores cuando llegan los descuentos y se molestan si tienen que pagar el precio completo.
Jugadores: los que sienten regocijo al asumir riesgos y les resulta difícil dejar de apostar incluso cuando pierden, porque una victoria trae consigo una sensación de poder. (párr. 3-12)
Por lo anterior, expresaré que el cauce del dinero -como medio y símbolo- ante el devenir del mundo trilógico: capitalismo-neoliberalismo-globalización, y de los vaivenes frívolos que navegan entre lo moderno y lo posmoderno, se filtra de nuestras manos rápidamente, ya que, una de sus funciones dirigidas e impuestas, es la de acompañar acciones consumistas en el marco de obsolescencias programadas vinculadas a estados de ansiedad, tranquilidad, depresión, ánimo, mesura, excitación, ira, calma, amargura, alegría, emoción, tedio, entre otros, pues -como diría el filósofo alemán Friedrich Hegel- el ser humano desea deseos y:
[…] el deseo es un conglomerado de impulsos inconscientes, de pulsiones que conciernen a elementos de naturaleza intangible –la felicidad, la placidez, el éxito, el aliento sexual… – y no se sacia jamás. De ahí que, desde la segunda mitad del XX, comprar comenzara a resultar un acto simbólico. No solo adquiríamos un automóvil, sino que el utilitario que comprábamos tenía algunos extras según el modelo escogido: nos convertía en aventureros, en seres independientes, libres, salvajes o bien responsables, serios, comprometidos…
En la actualidad, esta tendencia se ha llevado al extremo. Es lo que el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, gran conocedor de la sociedad posmoderna, denominó mercado de sensibilidades. Ya no se trata de una economía de productos, sino de hiperconsumo emocional: no solo consumimos aquello que satisface nuestras necesidades básicas, sino deseos vinculados al ocio y el placer. (Peñas, 2022, párr. 2-3)
* Egresado y docente de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana. Docente invitado de la Universidad Pedagógica Veracruzana. Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana. Integrante del Comité Editorial de Sociogénesis. Revista Digital de Divulgación Científica de la UV. Columnista de la Revista Mujeres Shaíke.
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